miércoles, 30 de septiembre de 2009

AVARO DINERO

A veces uno quiere cambiar de vida, renunciar a la que se ha construido desde que se es consciente de sí mismo. En el caso de Ricardo Roncal esa decisión se llevó al extremo radical, drásticamente, y lo digo así porque su postura me parece de lo más inaudito en un individuo que mantuvo tanta constancia vital en sus ideales.

Los que sobreviven suelen tener sólidos principios que mantienen con la misma fuerza que los cimientos que los crearon, pero un día puede cambiar todo por las circunstancias más impensables.
Ricardo era un activo trabajador de la ciencia, especializado en la investigación de los fenómenos estéticos. Huía de los clasicismos para adentrarse en la especulación de los medios modernos de creación. Dicho así podrá parecer un poco ambiguo, pero es que, de hecho, él era así también. Sus ideas podían cambiar pero no así sus ideales, la abnegación, el desinterés económico, la falta de ambición social, su generosidad y austeridad de vida eran conductas que le proporcionaban recursos para seguir sus experimentos, pues su entorno lo veía responsable y optimista, dos buenas tarjetas de presentación.
A pesar de esa presencia empática que mostraba, todos ignoraban esa dedicación seria y profunda que ejercía en su laboratorio personal. Sus resultados científicos no conseguían atraer la atención de amigos y conocidos, sólo un pequeño grupo de entendidos, locos obsesionados como él, podían valorar su trabajo.
¡Pero, hay las circunstancias! El mundo real en el que vivía empezó a cambiar, la economía equivocó sus estrategias, el trabajo, los proyectos, la alegría consumista, los créditos, todo se truncó, y por supuesto le afectó en gran medida. Nunca fue de ahorrar, ni pensar en el mañana, vivía al día, el presente, aunque sus investigaciones ya viajaban hacia el futuro.
Crecían sus deudas, y también el pánico, o quizás sería más justo decir: la duda.
Ni su familia le entendió, ni sus amigos le creyeron capaz. Ya no quería pedir, pensó que talvez se había equivocado al escoger sus ideales, en los que incluía la bondad de los demás. Sabía que podía atesorar riquezas si se lo proponía y vivir sin limitaciones, a cambió de renunciar para siempre a quien había llegado a ser.
Tal reflexión suponía para él desprenderse de todo y todos aquellos que formaban parte de su personalidad. Dejó familiares, amigos muy cercanos, pertenencias, su laboratorio, la pareja que tanto había significado para él y el hijo que habían tenido hacía tan sólo unos meses. Desapareció Ricardo Roncal y nació Avaro Dinero.


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