viernes, 27 de noviembre de 2009

RELLISCADES PER PIANO

La selección de pequeños estudios/improvisaciones musicales que presento hoy, están incluidas en el CD, “Relliscades per piano”, del año 1995.






domingo, 15 de noviembre de 2009

EL MUNDO DEL DOCTOR ADVENTO

Con el paso del tiempo la memoria del ser humano va reteniendo lentamente las cosas, en contraste con la rapidez con que absorbemos de pequeños los hechos.

Aún así, en la niñez se nos borran situaciones de gran importancia y mucho más tarde aparecen de nuevo como proyectadas ante nuestros ojos adultos y autorizadas a nuestro entendimiento.

Eso es lo que me ocurrió hace unos días. Hasta ahora no me he atrevido a contarlo por lo extravagante y fantasioso que pueda parecer a la mayoría de mentes incrédulas. Yo mismo me considero desconfiado de las historias que se cuentan respecto a como será el futuro. Y de eso se trata, una visión del futuro inmediato a través de las enseñanzas que recibí del Doctor Advento. Así que, cual vulgar Teresa Forcades, mi responsabilidad me obliga a ello.

Fui un niño bastante inconsciente, corría creyendo que el mundo estaba vacío de obstáculos a los que sortear. Mi cabeza tiene algunas cicatrices de esos obstáculos, podría ser el mismísimo Hamba Gahle, aquel personaje sudafricano del que os relataba en una entrada anterior y que siempre estaba al borde de la muerte.

Según me contó mi tía, un día me llevó a un parque de atracciones, que es como entendemos de pequeños el mundo, y en una de mis inconsciencias o temeridades pasé corriendo delante de una barca que se columpiaba, yo que saltaba en tierra firme vi volar una barca extraviada del mar que dirigía la proa hacia mi sorpresiva cabeza.

El impacto debió ser brutal pues perdí conocimiento de todo lo que me ocurrió inmediatamente después y que hasta hace unos días no he vuelto a recuperar.

Sabía, a través de mi tía, que un hombre mayor con acento extranjero se acercó a mí curándome la herida. Hasta ahí los hechos que ya conocía, lo que viene ahora es la continuación que mi memoria a recuperado.

Para situaros geográficamente os diré que el parque de atracciones está en la montaña del Tibidabo, en la parte Noroeste de Barcelona. Era un lugar al que íbamos a menudo con mis padres y mi hermana por la proximidad de donde vivíamos. La urbanización de la montaña se debe al impulso del filántropo farmacéutico, Doctor Salvador Andreu Grau, así como la construcción del parque de atracciones inaugurado en 1899, aunque su nombre es mucho más conocido por las famosas “pastillas para la tos del Doctor Andreu”.

Es necesario hacer un breve recorrido por la historia del Doctor Andreu, pues como hilo de Ariadna nos conducirá de regreso al inicio de mi recuerdo.

Nació en 1841 y fundó su primera farmacia en 1866, vendiendo especialidades importadas y algunas fórmulas magistrales. Fue en 1868 cuando comercializó las pastillas contra el asma y la tos que le abrió mercados al extranjero, principalmente América Latina. A pesar de que al final del siglo ya disponía de una plataforma industrial bien establecida, no desarrolló la vertiente industrial y científica del negocio farmacéutico, sino que se dedicó a la promoción inmobiliaria, falleció en 1928.

Salvador Andreu vivió en el siglo de los grandes descubrimientos, el teléfono en 1876, la lámpara eléctrica en 1879, los descubrimientos de Livingstone que inició hacia 1880 el reparto de los territorios africanos entre las potencias europeas, en 1900 el matrimonio Curie realiza las primeras experiencias sobre la radioactividad del uranio y Fleming descubre la penicilina el año en que muere el Doctor Andreu, que se perdió en 1939 el descubrimiento de la fisión atómica.

Así que se puede decir que era un hombre de su época, inventor y empresario que consolidó una gran fortuna gracias a la tos.

Hoy en día las industrias farmacéuticas se enriquecen con la gripe que es una evolución de los síntomas de la tos.

Pues bien, los laboratorios del Doctor Andreu están ubicados en la ladera del Tibidabo, cerca del parque de atracciones donde tuve aquel terrible accidente. Yo tendría unos 4 años cuando ocurrió, fue en 1959, año en el que los laboratorios ANDREU crearon la asociación de vitaminas B1, B6 y B12 (BETRIPLE). De esas vitaminas estaría yo bien saciado por la energía que derrochaba.

Y en ese punto retomo el hilo cual Teseo en el laberinto.

Aquel hombre mayor con acento extranjero que me curó, trabajaba en aquellos laboratorios y decidió tomarse una pausa en su trabajo de investigación para pasear por el parque. Al verme en el suelo inconsciente y sangrando se acercó para tomarme en brazos y me llevó hasta el edificio del Doctor Andreu. Mi tía le acompañó aterrada en sollozos.

Hoy recuerdo aquellos momentos que se nublaron entonces. Veo con claridad una sala muy luminosa y enorme, en ella unos cubos de cristal servían de laboratorio independiente, ocupados cada uno de ellos por cuatro químicos. También tenían las primeras calculadoras e integradoras numéricas digitales electrónicas (ENIAC), así como analizadores robotizados de segunda generación (RA-sg). Estoy oyendo la música que sonaba en aquel espacio acristalado, luminoso y aséptico, eran los ricercare de la Ofrenda Musical de J. S. Bach.

En ese entorno exento de alma humana (a excepción de la música), donde la arquitectura del cerebro se expresaba con tanta tecnología y sofisticación, los ojos de un niño medio inconsciente, asustado y herido, no podían entender aquel espacio sino como una atracción más del parque donde había ido a jugar. Aquellos inexpresivos hombres y mujeres (en eso también estaban muy adelantados, pues buscaban los mejores científicos sin prejuicios sexistas) estaban creando la moneda del futuro. Ni el oro podía ya competir con las fórmulas magistrales que con el tiempo se convertirían en el Tamiflu que produciría Hoffman-La Roche, laboratorios que en 1978 adquirieron la marca del Doctor Andreu.

El Doctor Advento que así se llamaba mi sanador, me instaló en un escáner que emitía ondas cicatrizantes y regenerativas. Aquel aparato apareció públicamente en 1963, cuatro años más tarde, aunque su inventor, Rudolf Hell, era en realidad el doctor Advento y sus aplicaciones no tenían nada que ver con las que se utilizaron conmigo.

El secretismo de aquella industria es un misterio para mí, pero ahora ya nunca olvidaré las palabras del Doctor Advento cuando me acompañó hasta donde me esperaba mi tía: “el mundo futuro será de los tecnócratas”. Era el año 1959, en España influyentes personajes próximos al Opus Dei llevaban las riendas de lo que se llamó “el desarrollismo” o “plan de Estabilización”.

domingo, 8 de noviembre de 2009

PATRONAJES

Entre los años 1988 y 1990 realicé una serie de esculturas tomando como referencia obras de artistas que me apasionaban; como Duchamp (Celibataires), Morandi (Bodegones), Goya (El 2 de mayo). O temas referentes a la paz, la familia o las guerras tóxicas.

Utilizaba las técnicas del patronaje para realizar en volumen las diferentes formas. Quizá el hecho de que mi madre era modista (nos hacía la ropa a mi hermana y a mí), me haya dejado la huella de esa manera de construir a base de patrones.

Las figuras resultantes se asemejan a maniquíes, hay cierto hieratismo en sus presencias.
Les falta el aliento de vida que emocione. La indumentaria no es nada sin el cuerpo que le da movimiento y expresión.

El estatismo de estas piezas, que puede llegar a producir incomodidad, me recuerda cuando era niño. Vivíamos en un piso compartido con una tintorería, una puerta separaba una estancia de la otra. Al anochecer la tienda quedaba a oscuras y mi reto, tenía unos ocho años, era traspasar esa puerta y pasearme entre los abrigos colgados que vagamente podía apreciar en sombras y que me producían cierto miedo por su apariencia de extraños personajes. El día que lo conseguí me sentí lleno de valentía y victorioso. Ese día se ha gravado en mi memoria de forma persistente, lo que bien pudiera ser la causa de querer reproducir aquellos cuerpos vacíos en una de mis etapas artísticas.

Personaje sentado a lo Matisse

Descendimiento

Familia de fin de siglo

La Mesa por la Paz

El 2 de Mayo de Goya

Bodegones Morandi

Celibataires de Duchamp


domingo, 1 de noviembre de 2009

DE LA CAPACIDAD INTELECTUAL

Podemos aceptar que necesitamos comer para sobrevivir, pero el riesgo y la angustia de proveernos de comida nos obliga a saber por qué y cómo actúa el alimento en nuestro cuerpo. De esta cuestión no tenemos constancia en otros animales, pensamos que sencillamente buscan comer, en cambio nosotros tenemos la inquietud y la capacidad para conocer nuestro funcionamiento orgánico en la alimentación.Este conocimiento nos procura un cierto control tanto en la adquisición del alimento como su máximo rendimiento en nuestro organismo. Pero es necesaria una transformación de la naturaleza para adaptarla a nuestras necesidades y conclusiones alimenticias.

Fragmentos del libro "Retòrica de Cambra". Pinturas en cera

Podríamos decir que la falta de alimentos en una época de nuestro estado primitivo fue la consecuencia del despertar intelectual. Si el hombre no hubiera tenido que alimentarse para sobrevivir el instinto de supervivencia no hubiera impulsado la capacidad intelectual que hoy tenemos. ¿O es que hemos de buscar la razón del desarrollo de la inteligencia en un motivo más digno que la necesidad de comer?

Digamos también que este planeta único por sus condiciones favorables a la vida dejaría de serlo por la misma finitud que comporta su nacimiento. Por lo tanto, toda la vida sobre la tierra también desaparecerá. La humanidad está preparando su traslado a otro lugar y esta posibilidad de perdurabilidad debe agradecerlo a su capacidad intelectual desarrollada a raíz de una falta de alimentos en cierta edad de su evolución.

¿Hay que pensar que hemos desarrollado la inteligencia para poder salir algún día de este mundo antes que sea absorbido por el sol? En aquel momento se desconocía esa posibilidad, aunque concernía al futuro. El futuro condiciona relativamente, ya que tenemos tiempo para solucionar los problemas posibles que se nos plantee, no sucede lo mismo con el presente inmediato ya que su resolución modifica el futuro. Así pues, la inteligencia y sus consecuencias son desarrolladas por un hecho muy concreto y no aleatorio, pues de una manera progresiva y por razones ambientales y complementarias la falta de alimentos provocó la alarma y alteró la rutina intelectual de aquellos homínidos primitivos. Es necesario remarcar que lo superaron, pues otras especies desaparecieron.

Un punto importante en esta evolución intelectual consiste en el momento en el que el hombre se da cuenta de la importancia del motivo motor de la actividad intelectual. La vulgaridad de la alimentación lo conduce a buscar razones más importantes, un reto a su capacidad de resolución.
El vicio ya se ha creado y la dependencia de un efecto mayor. La dosis del narcótico se aumenta con la religión y de ésta saldrá la astronomía y la ciencia en todas sus ramas conocidas. Y aún se espera algo más embriagador.

Hay algo que funciona al margen del capricho humano y de momento estamos sometidos a su influjo. El hombre no busca conocerlo porque ni siquiera lo intuye dada la singularidad de su existencia. Esto no es ningún impedimento para la evolución de la capacidad intelectual. Nadie conoce el grado de evolución y transformación o mutación que sucederá en el hombre, pero puedo imaginar que conocerá lugares del espacio muy lejanos, comportamientos matéricos y ultra matéricos impensables hoy. Sus construcciones no envidiarán ninguna estructura cósmica y también su fin lo dispondrá a su antojo.

Al igual que el espacio existente fuera de la atmósfera terrestre es diferente al que nosotros respiramos, también de manera parecida sucede en nuestra conciencia, siendo la misma reacciona y provoca alteraciones en su nivel de influencias afectándose al mismo tiempo de su entorno.

Un pensamiento sin orden es el lenguaje de la intuición.