jueves, 14 de julio de 2011

Dos en el cielo





No es “Dos en el cielo”, una película que entusiasme al gran público. Lo comprendemos. En primer lugar, no tiene alarde técnico alguno del otro jueves, sencillamente la buena técnica "stan­dard" americana; y en segundo lugar no tiene una excesiva espectacularidad concesionaria ni nada, ó muy poco de lo que gusta a las masas, a pesar de los eternos convencionalismos que rigen los cánones del es­tudio. Pero tiene en cambio esta cinta un algo que no logra captar todo espectador. De ahí la poca aceptación de la cinta en su estreno.

Oyendo comentarios de ese público festivo, en cierta parte algo «snob», en otra, indiferente, aburrido, incomprensivo, el mismo que a media película distrae a los demás con el frú-frú de la ce­lofana de los bombones de chocolate; oyendo sus comentarios, repito, no pudimos por menos de pensar que no se les puede exigir mucho a esas mezquinas y rutinarias mentalidades.

“Dos en el cielo”, según el punto de vista de otro productor, hubiera podido resultar un drama realista tremendo, aluci­nante, muy a la moda de hoy día. Afortunadamente para el “film”, en él no ha resultado nada de eso.

No vamos a discutir sobre el tema, inverosímil, incomprensible, ultraterrenal en su explanación. Dejemos la solución del mismo, si es que la tiene, para el más allá, y aceptémoslo ahora tal cual se nos presenta. Es mejor así. Será si se quiere, una forma muy deportiva de tratar el asunto, algo despreocupada, muy americana, pero muy agradable, deliciosa y mírese cómo se quiera, la única natural. Cada uno podrá reaccionar según su modo de ser y de pensar, pero nadie podrá negar el fondo poético y lleno de espiritualidad de la obra.

En ése punto estriba el máximo valor de la película.

Repetiremos que la misma tiene defectos, tópicos mejor, pero ese halo de poesía que fluctúa en todas las intervenciones del espíritu burlón de Spencer Tracy; ese romántico lirismo de los pensamientos de Irene Dunne; ese poder ignoto - posible o no posible - sobre el hombre que empieza a serlo, por un ansia de poder; toda esa virtud, esa esencia nimbada de música celestial, todo ello, repetimos, es algo que se ve, se siente tan raramente, que es por ello que consideramos que la cinta vale la pena de una atención más noble. Será mucho pedir a ese sector tan materializado, pero es que es una verdadera lástima que una cinta tan pura, tan honrada, cinematográficamente hablando, haya tenido una tan fría acogida, incluso por aquellos que se precian de saber distin­guir entre el cine-espectáculo y el cine-cine.

Este bello mensaje espiritual llega hasta nosotros tan suavemente, de forma tan sutil, gracias a la sensibilidad de Víctor Fleming, quien tuvo toda la ayuda en el primor, el sentimiento y la eté­rea feminidad de Irene Dunne y la sobriedad y despreocupación vacía de “pose” del arte de Spencer Tracy.


José Pascual Llorens

21-3-1947.


PRODUCCIÓN M-G-M. 1943.

DIRECTOR, VÍCTOR FLEMING

ACTORES: IRENE DUNNE, SPENCER TRACY.

2 comentarios:

Humbert Sanz i Vaqué dijo...

Jordi,
Una vez más nos honras con las excelentes críticas de cine que nos regalaba tu padre.
No me canso de leer y releer su elaborado texto, su atenta observación, su valiosa opinión, su siempre delicada ironía...
De su lectura me vienen siempre ganas de poder salir, para ir a ver estos clásicos del cine en aquellas viejas salas de la postguerra... salir, para después sentarse en aquellos cafés, con mesas de mármol, y entablar un distendido cine forum.
De su lectura aprendemos: palabra a palabra... el valor intrínseco de como se debe escribir. Frase a frase... una verdadera clase magistral para todos los que deseamos ser aficionados a la redacción algún día.
Gracias Jordi, por mostrarnos a todos estos documentos!

Jordi Pascual Morant dijo...

Qué amable eres con tu comentario, te lo agradezco de corazón.

Me pasa como a ti, he intentado encontrar la película con fuertes deseos de contemplarla, pero me ha sido imposible.

Cuando leí la crítica de mi padre me llenó de ternura ver con que sensibilidad profundizaba en lo sencillo de la expresión cinematográfica, cómo se alejaba de la superficialidad del espectador de pasatiempo y qué libertad para analizar tan entregadamente un cine como "Dos en el cielo", o "Ciudadano Kane", que él admiraba.

Creo, sinceramente, que tu redacción a la que nos tienes acostumbrados en tu blog es de un gran comunicador, siempre es placentero leerte y las cualidades que demuestras hacen que aprecie mucho los elogios que haces de los escritos de mi padre.

Gracias por seguir con interés estos documentos.

Un abrazo!