El argumento de esta cinta entra de lleno en el tan explotado tema psicológico. La cinta tiene un magnífico principio, la creación del ambiente con planos en silencio, solamente con ruidos de fondo, como unas pisadas, el runruneo de los coches deslizándose sobre el asfalto, el chirriar de los frenos de un veloz autobús, todo ello en el crepúsculo de un atardecer en una de tantas "streets" de Los Angeles, donde crea el clima sugestivo e intrigante que despierta desde el primer momento el interés del espectador. Siguen las secuencias sugeridoras, escasas palabras, múltiples detalles, auténtica exposición visual, es decir, cine en su más pura expresión. Y así, siguiendo a nuestra protagonista hasta que es llevada al hospital en un travelling por los pasillos del mismo y en una visual a nuestros ojos como si ocupáramos su lugar en la camilla.
Pero aquí se trunca el buen comienzo. Curtis Bernhardt, no abandona su buena intención, aunque se vea arrastrado por un guión con demasiados detalles clínicos del caso de la intérprete, que habrán de ser reiterativos a lo largo del film.
Afortunadamente, sigue la buena técnica cuando se entra de lleno en el meollo del argumento, lográndose magníficos planos, como en la disputa que imagina tener Luisa con su hijastra y en la escena del crimen, planos realzados por el relieve interpretativo que le confiere el arte dramático de la perenne y cada vez superior Jean Crawford. De todas formas, creemos que la película hubiera ganado muchísimo más si se hubieran soslayado esos diálogos excesivos sobre patología mental. Es decir, a nuestro criterio, menos hipertensiones, menos esquizofrenia y menos manía persecutoria y más poesía, más amor y más Shumann.
José Pascual Llorens, (Febrero de 1950)
Uno de los diseños de página de la revista CINEMA que realizaba mi padre, en el que se ve a Joan Crawford con Clak Gable.
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